domingo, 4 de enero de 2009

La hija de Ryan. 1970 (David Lean) Como utilizar el sonido de forma dramática.

David Lean nos muestra en esta película como la utilización del sonido puede sustituir la función dramática de la música. Este hecho se produce durante la larga secuencia amorosa dónde la pareja protagonista desarrolla toda una puesta en escena de pasión en su encuentro furtivo en el bosque. El, un oficial inglés atormentado que luchó en el frente de batalla durante la primera guerra, y ella, un personaje que no ha encontrado nunca el amor en el rudo pueblo irlandés dónde nació. De este fuerte contraste entre un oficial que representa el dominio británico y una joven nativa de los Hearings del sur de Irlanda nace una relación pasional y tortuosa sin solución de continuidad.

En la secuencia que tiene lugar en un bosque cercano al pueblo se describe un preámbulo dónde se produce el encuentro. Ambos se encuentran entre los árboles al acudir a una cita previa. Desmontan de sus respectivos caballos e inician un juego de miradas y caricias dónde nadie dice nada y todo se sobreentiende. Esta ausencia de dialogo se mantiene durante toda la larga secuencia de siete minutos.

Para conseguir la atmósfera sonora adecuada David Lean no recurre en ningún momento a la música. Realiza una sublime amalgama visual y sonora de un nivel poético muy pocas veces mostrado en el cine. Mientras la pareja va desarrollando su lenta ceremonia amorosa – ella desviste a su amado de su complejo y rígido uniforme, mientras él la va despojando como puede de toda la cantidad de ropa que una joven bien ataviada tiene a bien llevar, incluido sombrero, velo, corsé y enaguas – el director va intercalando planos con detalles del bosque. Un riachuelo, las copas de unos sauces ligeramente movidas por el viento, un primer plano muy cerrado casi microscópico de una tela de araña donde se han prendido gotas de agua de la humedad del bosque (imagen muy simbólica) Mientras escuchamos un ligero viento, el rumor del agua, sonidos de cigarras y otra micro fauna del bosque. A medida que la pasión amorosa se va desatando entremezclada de un calidoscopio de imágenes de la naturaleza, nuestros oídos se relajan en una sinfonía de sonidos producidos por el bosque. Los amantes se remueven encendidos entre el espeso follaje mientras jadean al unísono. La penetración se refleja en el rostro de la mujer y en las venas marcadas en el cuello del hombre. Un plano intercalado de unos árboles arreciados por un viento vigoroso da una pausa visual, pero no emocional, al contrario enciende nuestra pasión de cómplices todavía más. El rostro de la mujer es un todo éxtasis mientras se intercala un plano de hojas que revolotean...
En resumen toda esta magnifica secuencia sin diálogos está resuelta sin música, tan solo con sonidos. Una verdadera lección de cómo puede utilizarse el sonido de la naturaleza como un elemento dramático de primer orden. Seguramente la utilización de música habría sido en este caso un lastre para el ritmo interno de esta secuencia. Sin duda David Lean encontró una solución tan imaginativa como efectiva.




* El Montaje Musical en Televisión (C) 2007

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