viernes, 16 de enero de 2009

2001 Odisea del Espacio. 1968 (Stanley Kubrick) La música proporciona la clave del enigma.



Parte de la mitología de este clásico del cine de ciencia ficción corresponde a las enigmáticas apariciones de una piedra negra en forma de lapida ó monolito que estructuran la narración y añaden el misterio de lo desconocido a una historia larga y majestuosa. Muchos han considerado a este monolito como la pieza que completa y cierra el puzzle del drama. Pero pocos han sospechado que la clave del misterio del monolito está resuelta musicalmente por Gyorgy Ligeti es decir las voces dodecafónicas de su Réquiem y Lux Aeterna explican y definen el porqué del misterioso monolito. Kubrick utiliza la música atonal en un sentido semiótico para dar la clave de la interpretación del monolito: Se trata del Conocimiento Universal presente e imperecedero al cual llega casi a tocar el envejecido astronauta Bowman desde su cama estilo Luis XVIII después de un psicodélico viaje astral. A continuación de la toma del conocimiento eterno, el monolito aparece en silencio despojado de la música de Ligeti, y sobreviene el acto final de la vida, la muerte El feto flotante en el universo inicia la rueda de la nueva reencarnación. Créditos finales: Así habló Zaratustra de Johan Strauss: vuelta a la música tonal.

La secuencia de asociaciones musicales que influyen en el espectador de manera secreta producida por Kubrick es la siguiente:

Primera aparición del Monolito: Rechazo.
Los simios intentan acercarse y tocarlo, pero son repelidos por la música atonal de Ligeti.

Segunda aparición del Monolito: Rechazo.
Los astronautas en el planeta Akron intentan acercarse y tocarlo, pero son repelidos de nuevo por la música de Ligeti.

Tercera aparición del Monolito: Comprensión.

El astronauta Bowman envejecido en la cama mirando al Monolito en silencio. No hay música de Ligeti.

El Monolito representa al Conocimiento Universal que no es entendido y es rechazado como un elemento perturbador representado por la música atonal de Ligeti* en la primera y segunda aparición y comprendido en la tercera aparición gracias a la ausencia de la música. Así la esencia del Monolito, el Conocimiento Puro se manifiesta totalmente cuando se despoja de su coraza hermética de rechazo, inestabilidad y desasosiego: Las voces atonales del Réquiem de Ligeti.

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